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Democracia y desarrollo

Un ilustre hondureño del siglo pasado afirmaba que “la democracia es el gobierno de los mejores, por la voluntad de los más para bien de todos”.  En ese sentido, las elecciones limpias y transparentes constituyen el camino idóneo y correcto para lograr esa meta identificada por el ilustre hondureño, “el gobierno de los mejores para el bien de todos”.  Es verdad que no siempre se logra como lo podemos constatar por experiencia sufrida, pero el mismo pensador decía que uno de los derechos fundamentales de la democracia es “el derecho de equivocarse”; y que la ventaja de la democracia es que, si el pueblo se equivoca en una elección, puede rectificar en la siguiente mediante el voto de castigo, sacando del poder a quienes lo engañaron y elegir nuevos dirigentes políticos. Ese derecho de rectificar no se da en las dictaduras, particularmente las que han establecido nexos irreversibles con el crimen organizado.  Siempre tratarán de acaparar todos los poderes del Estado, incluyendo a la cúpula militar para instrumentalizar los poderes legítimos en actuaciones delictivas al servicio de la perpetuación en el poder.

Ahora bien, las elecciones conforme a ley sólo son el primer paso para una democracia funcional.  En el caso nuestro, después de la pandemia que paralizó al país y de los dos huracanes categoría 5 de noviembre del 2020 que destruyeron amplios sectores productivos de la costa norte y su infraestructura, el gobierno electo en el 2021 no respondió a las aspiraciones del pueblo hondureño.

Honduras salió de la pandemia y de los 2 huracanes como que hubiera sostenido una guerra internacional, no obstante, el alivio que produjo el abordaje temprano del virus mediante los protocolos oficiales definidos por médicos y científico hondureños del sector privado, salvando miles de vidas (MAIZ y CATRACHO).  Hasta el momento, el Estado no ha rendido el homenaje que merecen esos científicos y el personal sanitario que expuso heroicamente su vida durante la pandemia.

 Luego de esa dramática experiencia, hemos vivido una crisis institucional y opresiva durante los cuatro años del actual gobierno.

El próximo gobierno necesita ser de conciliación, unidad y reconstrucción nacional, con un alto grado de eficiencia y honestidad. 

Con la pandemia, los fenómenos naturales y el actual gobierno, Honduras parece haber sufrido una segunda guerra.  Luego, hay que restablecer la confianza del pueblo hondureño en el gobierno como facilitador del desarrollo. El sector privado es el único que genera riqueza.  El gobierno sólo sobrevive en la medida en que el sector privado es exitoso.

Ante el fracaso del socialismo en la Unión Soviética y en China, tiene poco sentido que en América Latina haya nostálgicos del comunismo y quieran establecer un modelo económico fracasado en nuestros países. 

El modelo exitoso es el de la economía de mercado que libera la iniciativa privada y las fuerzas productivas, la innovación y estimula la adopción de nuevas tecnologías para hacer que las mercancías y servicios que se ofrecen no sólo sean eficientes, sino que también competitivos.

El modelo más clásico del tránsito del socialismo a la economía de mercado es el de la República Popular de China que, manteniendo el régimen político autoritario, liberó las fuerzas del mercado, se abrió a la inversión extranjera y, de ser una economía tan atrasada como la de Honduras en 1970, en 40 años se convirtió en la segunda economía del mundo, gracias a que abrazó el modelo económico occidental y sus instituciones.   Por ejemplo, de las 9 bolsas de valores más importantes del mundo, 3 están en China.

Nuestros gobernantes que establecieron relaciones diplomáticas con ese país debieron aprender la lección, pero no lo hicieron.

Para sacar al país de la ruina en que se encuentra, el nuevo gobierno debería tomar en cuenta las recomendaciones que ofreciera una comisión de notables al efecto de poner en marcha la reconstrucción buena prácticas de gobierno, las que fueron ignoradas por el gobierno que el 30 de noviembre entro en agonía.  Para sólo mencionar dos aspectos fundamentales, considérese que el Valle de Sula continúa expuesto a sufrir los desbordamientos y las inundaciones cada vez que se producen huracanes o tormentas tropicales.  Recordamos las promesas para solventar estos graves riesgos, pero quedaron en promesas incumplidas.  

El 27 de enero del 2026 comienza un nuevo gobierno que se espera que sea de conciliación, unidad y reconstrucción nacional.  El pueblo debe permanecer vigilante para que las promesas de campaña tengan un efectivo cumplimiento.  Otro aspecto de la crisis financiera de nuestro país es el de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica cuyo endeudamiento sospechoso y descomunal pesa como una hipoteca sobre las actuales y futuras generaciones.  El informe de la Comisión de Notables formuló varias recomendaciones sobre este aspecto que fueron ignoradas no obstante que los países vecinos habían salido de similares crisis financieras por medio de políticas pragmáticas que hoy los tienen con un modelo que ha resuelto su problema de endeudamiento y de eficiencia energética.  ¿Podremos nosotros también superar ese problema? Es cuestión de voluntad política.  Es tiempo de desempolvar ese informe de los Notables y emular lo que ha resultado exitosos en nuestra vecindad.

El pueblo ya habló en las urnas; demanda un gobierno de unidad, reconstrucción y conciliación nacional.  Ha ordenado el “adiós a los odios y la venganza” y exige la fraternidad.

La moneda sobre la elección presidencial sigue en el aire, pero los dos candidatos deben tomar nota de las demandas populares y no tratar de convertirse en personajes mesiánicos.

Dios salve a Honduras.

Por: Carlos Lopez Contreras

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